No actúes tan extraño, duro como una roca; si te mostré pedazos de piel que la luz del sol aún no toca y tantos lunares que ni yo misma conocía, te mostré mi fuerza bruta, mi talón de Aquiles, mi poesía. No dejes el barco tanto antes de que zarpemos hacia una isla desierta, y después, después veremos. Si me ves desarmada, ¿por qué lanzas tus misiles? Si ya conoces mis puntos cardinales, los más sensibles y sutiles. ¿Qué harás? La vida te dirá. ¿Qué haré? Si no te vuelvo a ver.